La noche es una anestesia, cuatro días sin dormir ni un
minuto, pienso en todo cada segundo, quiero la amnesia para tu olvido, sumiso
en el olvido, moribundo sobre este mundo, acabado miro las horas pasar
recordando nuestra primera vez en el cuarto de atrás, miro aquellas fotos de
unos amigos que no volverán, porque todo lo bueno alguna vez tiene que acabar,
cuando la novela está a punto de empezar al final del libreto hay una realidad,
una luz sin gravedad por el pasillo de la inseguridad, el miedo y el pánico recorren
el cuerpo y algunas pastillas son el mejor remedio, algunos no entienden que la
vida es un experimento de un niño creador sin mucho ingenio, para vivir hay que
morir y para seguir hay que resistir, es lo necesario para vivir con la soledad
y la contrariedad gris de los días sin tanta profundidad, algunas cosas son
lidiadas otras simplemente olvidadas, ando algo cansado y desaminado, me
serviré unas copas de vino y dentro de poco continuare este escrito, bueno ya
volví, después de unos litros y cigarrillos me siento muy resentido, aquel amor
que se ha ido, yo sé que nunca volverá, esta pena no se curara, donde iras con
tanta magia… que hace poco me entregabas, ¿qué estarás haciendo ahora?, yo me
enfermo solamente de pensar, que ya se acabó, lo que me dabas, que poco duro…
Atte. Michell Stevens (El culpable).
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